Monday, February 1, 2010

No es una película


Todos los lugares que hemos visitado en Chile eran tan hermosos que solamente puedo describirlos como platós de cine. Cada lugar que veo, me hace pensar en una película diferente y no sabía por qué. Eventualmente, me di cuenta que la razón es porque nunca he observado tanta belleza con mis propios ojos antes de este viaje. Solamente la he visto en el cine o en la televisión, y por eso, nunca era real para mí. Todo lo que veo acá me hace decir, “¡qué increíble!” o “¡esto es irreal!” porque parece tan mágico que no puedo comprender la hermosura.

El segundo fin de semana, fuimos a San Pedro de Atacama—el desierto más seco en todo el mundo. Mi primer pensamiento al mirar por la ventana del avión fue, “¡es exactamente como el planeta natal de Luke Skywalker y sus tíos!” y esperaba ver criaturas extraterrestres fisgoneando de entre los peñascos. Les pregunté a todos cerca de mí si alguien sabía cómo se llama el planeta pero nadie sabían (por su puesto, siempre puedo contar con mi padre, quién me informó esa noche por Skype que el nombre es “Tatooine” antes de me volviera loca tratando de recordarlo). Más luego en la excursión, visitamos el Salar de Atacama que se parecía a otro planeta de La guerra de las galaxias, pero con nieve. Incluso las montañas en el horizonte se parecían a un telón de fondo en una película.

Para mí, Puerto Montt era el plató de “El eco de la música” y me hizo querer cantar en los cerros. Y una ves más, quería llamar a mi padre por “Skype” urgente para decirle que Chiloé se parece exactamente come “el Shire” en El Señor de los Anillos, con sus pastos verdes y flores amarillas.

Después de muchos incidentes como éstos, todavía no me he acostumbrado a la belleza de este país. Continúa siendo mágico para mí, y no quiero que eso cambie. Para mí, siempre será el país de las maravillas.

La vida nocturnal en Chile


Creo que me gusta dormir demasiado para acostumbrarme a la vida nocturna en Chile. Mis amigos en los EE. UU. Siempre se burlan de mi porque si no tomo un café antes de salir, no resisto estar despierta más de medianoche o una. Ésto es un gran problema porque acá, ¡los chilenos no salen antes de esta hora! Los clubs y bares en los EE. UU. cierran a la una o dos de la mañana, pero acá quedan abiertos hasta la madrugada.

Por todo el viaje, mi compañera Leah y yo hemos querido ir a una discoteca—un club donde los jóvenes van para bailar la música popular, como techno, reggaeton o pop. Son muy populares en Chile, pero cada vez que tratamos de ir, es demasiado temprano y no hay nadie allí. Sabíamos que la semana pasada fue nuestra penúltima semana en Chile y por eso estuvimos determinadas a ir a una discoteca. Formamos un plan: dormiríamos después de la cena desde diez hasta once y media, nos levantaríamos y nos prepararíamos para salir a “la hora chilena” de medianoche. Después de bailar por toda la noche, tendríamos otra siesta de más o menos tres horas y nos levantaríamos para nuestras clases. ¡Perfecto! Y, claro, es patético al mismo tiempo...







Aunque al fin no logramos ir a una discoteca, considero nuestra noche un éxito porque fuimos a un club de salsa y bailamos por toda la noche. Me sentí genial porque la vida nocturna chilena era una parte de la cultura que me había faltado hasta esa noche. El baile era muy diferente que en los EE. UU. Los chicos y las chicas no bailan tan cerca acá y el baile es mucho más creativo. Estoy aburrida de “grinding” en los EE. UU. pues me enojó mucho la salsa porque parece tan fresca.

Ayer, en Viña del Mar, mis amigas y yo nos encontramos con dos jóvenes y comenzamos a conversar sobre la vida nocturna en Chile. Fue muy divertido escuchar sobre la vida nocturna en Chile y compararla con la de los EE.UU. Nos dijeron que antes de salir, los chilenos tienen una “previa” o “precarrete,” cuando toman en la casa de un amigo para prepararse. “¡Oh, como ‘pregame’!” todas nosotras exclamamos. Quizás no es tan diferente. Los chicos se rieron cuando les dijimos de nuestra dificultad para quedarnos despiertas para salir, pero otra vez estuvimos determinadas a hacerlo.

Esa noche, fuimos a su apartamento por la playa y la pasamos hablando y enojándonos. Conversamos sobre las palabras nuevas que aprendimos en Chile, como “pololo,” “acá” y “carrete,” y les enseñamos algunas palabras nuevas en inglés. El momento más cómico fue después de que les enseñamos un juego de beber norteamericano que se llama “Kings” y quisieron enseñarnos un juego chileno. Cuando nos dijeron, “Se llama ‘Nunca, nunca,’” todas nosotras soltamos una carcajada porque tenemos el mismo juego en los EE. UU. pero se llama, “Never have I ever.”

Al fin, no salimos a una discoteca como habíamos planeado anoche, pero nos divirtimos mucho simplemente pasando una noche en la casa de un amigo, hablando y jugando juegos. Me parece que mis cosas favoritas para hacer en los EE. UU. son las mismas acá.



nuestros amigos nuevos

Exactamente como Anthony Bourdain

Antes de salir para Chile, estuve obsesionada con leer artículos en revistas de viaje y mirar programas de viaje sobre Chile. Quería hacer todo para entender el país porque, de verdad, no sabía que esperar. Ya me habían encantado programas sobre viaje y comida, por eso estaba extasiada cuando encontré un programa sobre Chile. Mi favorito, por supuesto, es “Sin Reservas” con Anthony Bourdain y tengo el episodio cuando va a Chile grabado en mi televisión en casa para poder mirarlo una y otra vez.

Este fin de semana, fuimos a Los Lagos Región del Chile e hicimos muchas cosas estupendas, como visitar el volcán Osorno, los Saltos de Petrohué y los pingüinos en Puñihuil de Chiloé. Estas cosas fueron fenomenales pero mi actividad favorita de todo el fin de semana fue el Mercado Pesquero en Puerto Montt. Quizás parezca extraño pero ¡es la verdad! Cuando estuve allí me sentí exactamente como Anthony Bourdain, mirando asombrada el movimiento del mercado y sintiendo la energía.

Aún, antes de que entráramos al mercado, estaba tan emocionada. Me interesa todo: el olor de pescado, el sonido del mar y los trabajadores, los colores vibrantes de los barcos y edificios contra el cielo poco gris. Había mujeres afuera del mercado vendiendo pan chillote de papas y manteca de cerdo y lo hacían todo fresco al mismo tiempo. Todos los trabajadores sonreían y parecía que disfrutaban al demostrar sus productos y talentos a los visitantes como nosotros. Dentro del mercado, no podía creer la abundancia de mariscos y pescado, mezclado con algunos puestos de verduras, frutas, queso y salchichas. Escuché atentamente mientras un vendedor me señaló cuál animal marino era salmón, merluza y congrio, y saqué fotos de cosas desconocidas para mí, como “luche,” un alga marina que pensé eran montones de barro.

Podía imaginar yo misma en el futuro comprando los productos para mi propio restaurante allí. Todas las cosas estaban tan frescas y hermosas que no quería salir. Quería grabarlo como el programa de Anthony Bourdain para experimentarlo una y otra vez.

Afortunadamente, el mercado pesquero que mi ídolo visitó en “Sin Reservas” era un mercado diferente—el Mercado de Puerto en Valparaíso—cerca de la ubicación dónde viajaré este fin de semana para nuestros días libres, Viña del Mar. ¡Quizás tendré bastante suerte de visitarlo y fingir que soy Anthony Bourdain otra vez!