Monday, February 1, 2010

La vida nocturnal en Chile


Creo que me gusta dormir demasiado para acostumbrarme a la vida nocturna en Chile. Mis amigos en los EE. UU. Siempre se burlan de mi porque si no tomo un café antes de salir, no resisto estar despierta más de medianoche o una. Ésto es un gran problema porque acá, ¡los chilenos no salen antes de esta hora! Los clubs y bares en los EE. UU. cierran a la una o dos de la mañana, pero acá quedan abiertos hasta la madrugada.

Por todo el viaje, mi compañera Leah y yo hemos querido ir a una discoteca—un club donde los jóvenes van para bailar la música popular, como techno, reggaeton o pop. Son muy populares en Chile, pero cada vez que tratamos de ir, es demasiado temprano y no hay nadie allí. Sabíamos que la semana pasada fue nuestra penúltima semana en Chile y por eso estuvimos determinadas a ir a una discoteca. Formamos un plan: dormiríamos después de la cena desde diez hasta once y media, nos levantaríamos y nos prepararíamos para salir a “la hora chilena” de medianoche. Después de bailar por toda la noche, tendríamos otra siesta de más o menos tres horas y nos levantaríamos para nuestras clases. ¡Perfecto! Y, claro, es patético al mismo tiempo...







Aunque al fin no logramos ir a una discoteca, considero nuestra noche un éxito porque fuimos a un club de salsa y bailamos por toda la noche. Me sentí genial porque la vida nocturna chilena era una parte de la cultura que me había faltado hasta esa noche. El baile era muy diferente que en los EE. UU. Los chicos y las chicas no bailan tan cerca acá y el baile es mucho más creativo. Estoy aburrida de “grinding” en los EE. UU. pues me enojó mucho la salsa porque parece tan fresca.

Ayer, en Viña del Mar, mis amigas y yo nos encontramos con dos jóvenes y comenzamos a conversar sobre la vida nocturna en Chile. Fue muy divertido escuchar sobre la vida nocturna en Chile y compararla con la de los EE.UU. Nos dijeron que antes de salir, los chilenos tienen una “previa” o “precarrete,” cuando toman en la casa de un amigo para prepararse. “¡Oh, como ‘pregame’!” todas nosotras exclamamos. Quizás no es tan diferente. Los chicos se rieron cuando les dijimos de nuestra dificultad para quedarnos despiertas para salir, pero otra vez estuvimos determinadas a hacerlo.

Esa noche, fuimos a su apartamento por la playa y la pasamos hablando y enojándonos. Conversamos sobre las palabras nuevas que aprendimos en Chile, como “pololo,” “acá” y “carrete,” y les enseñamos algunas palabras nuevas en inglés. El momento más cómico fue después de que les enseñamos un juego de beber norteamericano que se llama “Kings” y quisieron enseñarnos un juego chileno. Cuando nos dijeron, “Se llama ‘Nunca, nunca,’” todas nosotras soltamos una carcajada porque tenemos el mismo juego en los EE. UU. pero se llama, “Never have I ever.”

Al fin, no salimos a una discoteca como habíamos planeado anoche, pero nos divirtimos mucho simplemente pasando una noche en la casa de un amigo, hablando y jugando juegos. Me parece que mis cosas favoritas para hacer en los EE. UU. son las mismas acá.



nuestros amigos nuevos

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